Evita tu autosabotaje laboral

Publicado en: Noticias el jueves, 6 noviembre 2014 por:

autosabotaje

Culpar a otros

Responsabilizar de tus actos a otros es una de las formas más comunes de auto sabotaje, y tiene que ver con la baja autoestima y la imposibilidad de aprender de los errores propios.

En el trabajo estas actitudes se manifiestan frecuentemente, y ocasionan una baja productividad, además de un ambiente laboral tenso.

Todos tenemos un yo saboteador que no se toma las cosas en serio, prefiere la diversión y celebra éxitos antes de obtenerlos; no es raro que esta parte inconsciente tire por la borda el esfuerzo.

Al no reconocer los fracasos propios es imposible aprender de los errores y darles solución.

Ser la víctima

El otro extremo de este yo inconsciente es convertirse en la víctima eterna: la autocompasión se encarga de paralizar cualquier acción, y lo que menos necesita una empresa es alguien incapaz de reaccionar ante un problema para resolverlo.

Auto compadecerse y ser el mártir de la oficina no ayuda a conservar un empleo, sino todo lo contrario: aquellos trabajadores que siempre se quejan y se culpan son los primeros en salir en los recortes de personal, pues nadie quiere que esta actitud se contagie a la plantilla restante.

De nada sirve preocuparse si no actúas al respecto, un buen consejo es ver dónde están los errores, tomar la responsabilidad que te corresponde, y solucionarlos.

No tener metas

En esta época de crisis, los empleados que una empresa necesita son aquellos capaces no sólo de hacer tareas múltiples, sino de comprometerse y exceder sus expectativas de trabajo.

Así que si quieres evitar ser recortado es hora de que establezcas metas definidas en tiempo y forma.

Una excelente forma de tranquilizar a ese yo saboteador es pensar en lo que se desea y empatarlo con el trabajo. Nunca deben fijarse metas demasiado ambiciosas o poco realistas, pues conducen a la frustración.

Dejar que las oportunidades pasen frente a ti sin tomarlas por miedo al fracaso es una forma de destruir tu empleo, asegúrate de definir tus objetivos.

 

Descuidar los detalles

Hay pequeñas acciones que traen grandes aciertos o descalabros.

Generalmente los empleados minimizan detalles como la vestimenta, puntualidad, forma de hablar o de dirigirse al jefe y su comportamiento dentro de la oficina.

El secreto está en ser coherentes con lo que se quiere y cómo se actúa para conseguirlo.

Por ejemplo, si te dan un ascenso o tienes una reunión importante por la mañana, es ilógico que decidas celebrar con tus compañeros hasta tarde y llegar en malas condiciones, pues lo único que proyectarás es que no te interesa tu trabajo.

Descuidar los detalles por pensar que carecen de importancia. Los aspectos no son la clave en sí, sino que proyectan falta de interés y calidad.

 

No sentirse merecedor

Son muchas las personas que están seguras de que el éxito no es para ellos.

Luchan por conseguirlo, se esfuerzan, lo intentan, pero al final no lo logran.

Estas personas tienen en su inconsciente la semilla del fracaso, la orden de “eso no es para ti… tú no vales… tú no puedes, etc.”… porque nunca han cuestionado cuál es su deseo real.

El humano es el único animal que tras varios meses o años de esfuerzo, cambia repentinamente de objetivo y arruina todo el trabajo de ese tiempo.

Antes de darle gusto a tu yo saboteador, recuerda que en este momento el sentirse insatisfecho o deprimido no impedirá a tu empresa despedirte, por lo que es mejor cambiar tu actitud y apoyarte en tu creatividad para demostrar que eres un elemento valioso.

 

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